sábado, 5 de febrero de 2011

1917 como "prólogo" de la revolución internacional


Plejanov se murió creyendo que en 1917 no había posibilidad de ir más allá de 1789. Había dedicado parte de su vida a leer a Marx, y a la enseñanza del marxismo. Pero 1917 fue una revolución contra El Capital…
Cuesta creer que la "misma" revolución rusa que "saltaba" una etapa de la revolución (la democrática-popular siguiendo el modelo francés), acabara siendo el obstáculo para otras revoluciones que, cuando se llevaron a cabo como en China o Yugoslavia, fue en contra de las directrices soviéticas…Concebida como un "prólogo" de una revolución internacional que se encontró delante de una contrarrevolución preventiva, la Rusia soviética no podía resolver sus abismales atrasos sin apoyo exterior. Tanto más cuando después de la guerra mundial les impusieron una guerra civil que ganaron pero que también perdieron ya que había descompuesto sus limitadas bases sociales e industriales…Al ser la primera, y la más importante de todas las revoluciones del siglo XX, sus grandezas y sus miserias tienen que ser estudiadas con la mayor objetividad.

Sus éxitos y fracasos marcan el final del siglo XX, y señalan lo que hay que recuperar y lo que hay que desechar. De ese aprendizaje nos va mucho todo lo que nos queda por hacer en este siglo cuyo primer logro social ha sido demostrar que sí existen alternativas, y que contamos con un enorme potencial parta luchar por ellas. Comenzando por lo más elemental, por el echo de que se ha podido demostrar que el triunfo del capitalismo sin oposición ha resultado un desastre, y que si no creamos una oposición, lo puede ser todavía mucho más. Los de Italia o lo de las 65 horas demuestran que lo peor está todavía por llegar.

Recordemos que Octubre comenzó un 8 de marzo (8 de febrero en el calendario ruso), una movilización espontánea que iniciaron las mujeres a las que le siguieron los obreros. Situados ante las órdenes de reprimir, los soldados no obedecieron, así pues, cuando nadie lo esperaba, el topo de la revolución emergió en la llamada Rusia de los zares donde ya había mostrado todo su potencial en 1905, el "año del Potemkin".

Durante sólo cinco días (del 23 al 27 de febrero de 1917 según el viejo calendario bizantino, del 8 al 12 de marzo en el calendario occidental), se desencadenó una movilización incontenible que habían iniciado las mujeres el día 8 de marzo siguiendo las consignas de la internacional de las mujeres trabajadoras liderada por Clara Zetkin, y que continuaron obreros y soldados en San Petersburgo, entonces capital del imperio ruso. Como por ensalmo, el movimiento popular destronaba al zar Nicolás IIº y a su corrupta corte, poniendo fin a tres siglos de monarquía zarista que permanecía como un poder absoluto que se había hecho totalmente insoportable, sobre todo en el contexto de una guerra mundial, el mayor desastre humanitario conocido hasta el momento por la humanidad, y que marcaría un antes y un después en la historia de la mandad, al tiempo que pasaba a ser la piedra de toque de esta revolución que se dejaba en manos del "Tercer Estado".

Es la guerra (una verdadera sangría para el pueblo que sirve de carne de cañón, mirad hasta qué punto que la historiografía miente descaradamente. La llamada "Gran Guerra" destruyó todo los parámetros del humanismo, pisoteó todas las leyes de guerra, superó todas las crueldades, generó la extensión de los genocidios…En este cuadro, sorprende de que toma del Palacio de Invierno en nombre de la democracia directa resulte tan "blanda", y que durante poco más de un año, la revolución rusa se una de las revoluciones menos violenta de todos los tiempos. En unas semanas el pueblo se deshace de todos sus dirigentes el monarca y sus hombres de leyes, la policía y los sacerdotes, los propietarios y los funcionarios, los oficiales y los amos. Después de años de silenció y opresión, no hay ciudadano que no se sienta libre. "Libertad" será pues la palabra. Libertad para decidir en cada momento su conducta y de dictar su propio porvenir por encima de los grandes poderes fácticos que querrán hacer valer aquello de "que todo cambie para que todo siga igual". Es el momento en que cada grupo social elabora su propio proyecto para regenerar la sociedad y aquel inmenso país

Tal como habían anunciado desde los tiempos de los "decembristas", y los diversos vates de la revolución desde Bakunin hasta Herzen y Plejanov, se iniciaba una nueva era desde el momento en que caía el muro de la autarquía...La revolución era la fiesta del pueblo, y fue entonces cuando desde lo más profundo de todas las Rusias, surgió un inmenso grito de esperanza. Era el grito de los humillados y ofendidos de los que habló el intenso y ambivalente Dostoyevsky, el que se veía venir en todo la gran literatura usa de entre siglos. Fue entonces, como si como el país se hubiera convertido en una página en blanco, que aparecían las "Lettres de dolence". La voz del pueblo, de todos los desdichados, de los últimos que querían ser los primeros como describiría el poeta Alexander Block en su poema Los doce. Cartas que daban cuenta de los sufrimientos, las ilusiones, los sueños de la gente que hasta entonces había callado.

De esta manera se hacía realidad la premisa de una canción que se hizo la de la calle, de La Internacional: el mundo iba a cambiar de base. Se hay una manera de definir la revolución es cuando hasta los sectores más atrasados y oprimidos del pueblo, quieren tener su voz, y en esta, como describirán magistralmente John Reed y Nikolai Sujanov, todo el mundo habla y grita, hasta los trabajadores más atrasados discuten sobre sus derechos. En Moscú, los trabajadores obligaban a sus dueños a aprender las bases del futuro Derecho obrero, ocho horas, mejoras en las condiciones de trabajo; en Odessa, los estudiantes que habían estado junto al pueblo dictaban a sus profesores un nuevo programa de Historia de las civilizaciones en la que el pueblo era el protagonista; en Petersburgo, los actores se zafaban del director del teatro y elegían un espectáculo pensando en el pueblo que antes se quedaba en las puertas; en el Ejército, los soldados invitaban al capellán a que asistiera a sus reuniones para que cambiara el sentido de su vida, que dejara de bendecir el poder y los cañones...Hasta los pequeños reivindicaron para los menores de catorce años, el derecho a aprender boxeo. Aparecen personas desconocidas que ahora aprenden a hablar en nombre de muchos. Por todo lo cual, cabe imaginar el pánico de aquellos que pretendían fundamentar su autoridad en la competencia, el saber, el servicio público, o en el antiguo derecho divino. A todos ellos tratarán de consolar los nuevos gobernantes.

No han faltado tribunalistas reaccionarios que han insistido en los lamentos sobre el triste destino de la familia real, las únicas víctimas que al parecer tienen nombre y cara. "Nuestro" Alfonso XIII quedó tan afectado que ordenó una propuesta de negociación para liberarlos. En realidad, la crueldad del gesto firmado por Sverdlov con el consentimiento de Lenin y Trotsky no fue más que un expidió menor en una guerra sin cuartel con la que las "democracias" occidentales trataron de cortar el virus de la revolución social…Para ello, contaron con múltiples complicidades, incluyendo la de muchos demócratas cuando en realidad la alternativa democrática carecía de base social porque dicha base se había pasado a la revolución…

De ahí que las objeciones más cínica de todas sean las "democráticas", la que desde los años ochenta ensayó esa izquierda arrepentida que tan bien ha representado Jorge Semprún (el mismo que ha acabado clamando a lo Blair, que no había que dejar solo a Bush "luchar por la democracia"), y que veinte años atrás avanzaba el criterio de la única revolución de verdad fue la de febrero. La misma que se veía "resucitar" en la Rusia de Yeltsin y Putin. Ahora vuelve a quedar claro que sin revolución de Octubre, febrero hubiera llevado más bien al fascismo ya que las clases dominantes (de dentro y de fuera de Rusia), sí temían realmente a algo, eso era el pueblo en marcha.

Por lo tanto, la historia que sigue es la de una renuncia. Mientras aparecen soviets por todas partes, se componen poderosas ramas sindicales, los partidos socialistas multiplican sus efectivos y sus medios, se constituye un gobierno provisional que tiene un mandato claro del pueblo. Cambiar el mundo de base significa poner fin a la guerra, a las matanzas, la tierra para los campesinos, libertad para las nacionalidades, mejoras sociales...Pero en el palacio de Invierno donde se reúne la Duma, se habla de democracia, pero con esto se quería decir que la revolución ya había llegado a su fin. Bastaba con el parlamento, con los demócratas, y todos ellos, desde la derecha "constitucionalista" hasta la izquierda eserista o menchevique, esperan que el pueblo se calme, y se limitan a negociar con las potencias dominantes (Reino Unido, Francia), algunas propuestas inocuas sobre la guerra, no reconoce las ocupaciones de tierra, a las nacionalidades, ni que los soldados discutan las órdenes de los mandos. La revolución democrática fue por abajo, por arriba la burguesía democrática no pasó de las palabras.

Desde la perspectiva que ofrece el tiempo, podemos ver que Rusia pasó algo que no había pasado en otras revoluciones, por ejemplo la mexicana de 1914, o en la española de 1934-1937, a saber, que esta vez hubo una fracción amplia con voluntad de continuar la revolución hasta sus objetivos primordiales. En esa fracción amplia confluyeron anarquistas, eseristas de izquierdas (Isaac Steinberg), mencheviques internacionalistas (Yuri Martov, Nikolai Sujanov), pero sobre todo, los interradios (Trotsky, Lunacharski, Rakovski) y como no, los bolcheviques, que eran los mejor organizados. Los que hicieron que e pueblo pensara para sí.

Sin embargo, recordemos que en vísperas del acontecimiento, Lenin comentaba que posiblemente su generación no tendría tiempo de vivir la revolución. Y en marzo, al igual que todos los demás partidos, Stalin lanzaba desde Pravda un llamamiento a la disciplina militar. En junio, el anciano conde anarquista Kropotkin, pedía ponderación. Desde tiempo atrás Máximo Gorki, el escritor más ligado a la revolución, se irritaba porque no se volvía al trabajo. Basta de palabras -decía-, basta de palabras. Entre tanto, el gobierno provisional hacía votos para que la revolución se cansara, pero no fue así, la acumulación de exigencias populares se exacerbaban, sobre con la guerra. Entonces Lenin, no tardó en ajustar su perspectiva. Desde su llegada a la estación de Finlandia, hizo caso omiso a todos, incluyendo los viejos bolcheviques. Todo era posible, era necesario acabar con la antigua sociedad y comenzar otra nueva. Lo expresaba en sus Tesis de abril, en la que proclamaba: Hay que suprimir el Ejército, la policía, los funcionarios. Los electos tienen que ser inmediatamente revocables en todas las funciones...Paz inmediata...Todo el poder a los soviets, libertad para las nacionalidades oprimidas. Su punto de apoyo no fue –al menos inicialmente-, el partido sino el pueblo organizado en los soviets, o grupos como los anarquistas o el que lideraba Trotsky que no tardó a aparecer nuevamente como el portavoz del soviet de Petrogrado.

No todo fue una línea recta, ni mucho menos. Durante los meses que van desde febrero a octubre, los revolucionarios perdieron la voz y apenas si durmieron. Pasaron las jornadas de julio cuando pudieron hacer con Lenin y lo demás lo que acabarían haciendo con Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y Leo Jogiches, luego apareció Kornilov, la tentativa del "golpe democrático" apoyado por las embajadas. En resumen, una historia que hay que volver a repasar y a debatir sobre un hilo que unifica en su conjunto un ciclo revolucionario el que se inicia en Rusia en febrero de 1917 y que, en buena medida, concluye en Barcelona mayo del 37. La española fue la última de las grandes revoluciones "clásicas", el cierre de un ciclo que tuvo su prólogo en la Comuna de París. La última en la que es el movimiento mismo el protagonista. El movimiento con todas sus corrientes históricas, hecho desde abajo.

Luego ya nada fue igual, en Yugoslavia y en China los partidos comunistas detentaban todo el poder, pero este ciclo se acaba en el mayo del 68 donde el partido comunista aparece –tal como le comentaría Malraux a Bergamin- como la última barricada. Cuba ya había marcado la diferencia, el partido se enteró cuando la revolución ya estaba hecha…Seguiremos.

CRF
ADAN CHAPARRO
CI:17501640
WEB:http://www.marxismo.org/?q=node/1599

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