domingo, 28 de noviembre de 2010

Socialismo

Conjunto de doctrinas de reforma social surgidas en el siglo XIX, dirigidas a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, que tienen en común la creencia de que una sociedad basada en la propiedad privada a gran escala es injusta; la convicción de que es posible fundar una sociedad más equitativa que contribuya al progreso moral y material de la humanidad; la idea de que es necesaria una transformación revolucionaria de la sociedad (aun cuando los medios propuestos difieren entre una revolución violenta y una reforma gradual). El término incluye varias doctrinas y movimientos diferenciados, como el anarquismo, el comunismo, la socialdemocracia.

Aun cuando el término socialismo (y socialista) apareció en italiano en el siglo XVIII en relación con la teoría del contrato social de Rousseau, su uso en sentido moderno se fue definiendo desde la década de 1820, cuando fue utilizado por los seguidores de R. Owen y posteriormente por otros reformadores sociales.

Socialismo tenía un significado contrapuesto a individualismo, y, junto a otros términos como mutualismo, comunismo, comunitarismo, cooperativismo, etc., designaba una gran variedad de doctrinas, proyectos y movimientos, representados principalmente por C.H. de Saint Simon, E. Cabet, C. Fourier, P. J. Proudhon, L. Blanc y Owen, que compartían la denuncia de las relaciones de propiedad existentes y de las condiciones de los trabajadores en el proceso de producción industrial, la propuesta de modelos alternativos de sociedades fundamentadas sobre bases comunitarias, minuciosamente descritos (y en ocasiones llevados a la práctica), y la promoción de formas de asociación basadas en la cooperación.

La mayor parte de estos proyectos y organizaciones no defendían, sin embargo, una igualdad absoluta, y confiaban en la educación y en el ejemplo para lograr una transformación radical de la sociedad.

El conjunto de estas primeras formulaciones socialistas se conocen con el término genérico de «socialismo utópico», una definición que en sus orígenes era peyorativa, utilizada por Engels.

Frente al socialismo utópico, el marxismo se definió como un «socialismo científico», que partía del análisis económico de la sociedad. Marx defendía la organización de la clase obrera y su lucha política en un partido específicamente obrero, independiente de los partidos burgueses, con el fin de lograr una transformación revolucionaria de la sociedad que sustituyese La propiedad privada por la propiedad colectiva de los medios de producción. El socialismo marxista tuvo mucha influencia en el movimiento obrero organizado, si bien se enfrentó a las corrientes anarquistas (Asociación Internacional de Trabajadores, AIT, fundada en 1864).

En 1875, la fusión de dos organizaciones obreras alemanas condujo a la creación del partido socialdemócrata alemán, el primer partido obrero de ámbito nacional, que inspiró a otros partidos socialistas europeos. Su programa recogía la teoría marxista, en particular su definición como partido de clase e internacionalista, el análisis de desarrollo del capitalismo, que preveía la expansión numérica del proletariado, las crisis económicas cada vez más frecuentes hasta que se produjera una revolución y la instauración de una dictadura del proletariado. Pero también incluía un programa mínimo, con propuestas políticas de corte democrático (sufragio universal, etc.) y reivindicaciones de reformas sociales (jornada de ocho horas, etc.).

En la Segunda Internacional, fundada en 1889, estuvieron representados las distintas organizaciones y partidos que defendían, en concordancia con la doctrina marxista, la acción política de la clase obrera, por lo que se excluyó a los anarquistas.

En su seno surgió un conflicto entre una corriente (representada por Berstein) que respondía al programa mínimo del partido socialdemócrata alemán reivindicación de reformas sociales y de derechos políticos y cuestionamiento de la lucha revolucionaria para alcanzar el socialismo. Esta tendencia, denominada «revisionista» por sus detractores, fue rechazada en la Internacional, pero tuvo gran importancia en la posterior definición de los partidos socialdemócratas, reformadores y no revolucionarios. La expresión «socialismo real» designa la doctrina y la organización política y social de la Unión Soviética y los países de Europa del Este hasta la disolución del sistema comunista en 1989; se suele utilizar con el fin de enfatizar las diferencias entre el comunismo llevado a la práctica en esos países y las doctrinas de Marx y de otros pensadores comunistas.
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EL COMUNISMO

El Comunismo es una doctrina política que promueve la formación y el establecimiento de una sociedad en la cual no exista la distinción de clases sociales y en la cual los medios de producción sean propiedad común de todos los que integren la misma.

De esto resulta entonces que la propiedad privada de los mencionados medios de producción no existe, situación que lleva indefectiblemente al poder a la clase trabajadora.

En tanto, en su fin último, el comunismo se propone la abolición definitiva del Estado, porque si no existe la propiedad privada de los medios de producción no existirá tampoco la explotación y entonces, la organización de parte del estado no sería para nada necesaria.

Las bases de la mencionada doctrina fueron iniciadas e impulsadas por el intelectual alemán Karl Marx y el filósofo y revolucionario Friedrich Engels hacia aproximadamente finales del siglo XIX y asentadas en el libro conocido como El Capital. Por otra parte, un siglo después, en el siglo XX, el líder bolchevique Vladimir Lenin se ocupó de llevar a la práctica y con su muy personal interpretación las teorías que proponían Marx y Engels.

El comunismo ha sido una de las doctrinas políticas más criticadas y vapuleadas de los últimos años, recibiendo críticas desde diferentes sectores.

Básicamente, porque hay muchos que suponen que lo que desde el vamos propone el comunismo, una sociedad sin clases sociales, resulta ser prácticamente imposible, siempre habrá un grupo que se impondrá a otro, en el caso del comunismo, por ejemplo, los burócratas serían la clase dominante.

En tanto, hay otros sectores de la sociedad que consideran que el capitalismo y el afán de ganar que este siempre sostiene es el motor que promueve el desarrollo económico del lugar en cuestión.

Si bien la mayoría de las veces el común de la gente emplean los términos comunismo y socialismo como sinónimos, vale destacar que ambos no tienen nada que ver, porque el socialismo es una doctrina de la economía política que se enrola en la posesión democrática y el control administrativo de los medios de producción. De alguna manera y esto no está mal, se lo podría considerar al mismo como la fase previa al comunismo.
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SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

A raíz del contundente triunfo del Presidente Chávez en las pasadas elecciones, mucha gente se ha interesado en serio en la propuesta que éste formuló en el discurso pronunciado el 25 de Febrero de 2005, con motivo de la inauguración de la IV Cumbre de la Deuda Social. Allí manifestó su convencimiento de que la revolución debía ser socialista, y en caso contrario no sería revolución. Luego, cuando profundizó en su discurso, explicó que este socialismo debía ser del siglo XXI, dándole así nombre a un nuevo concepto. Pero realmente, ¿qué es el Socialismo del Siglo XXI?

UN CONCEPTO EN CONSTRUCCIÓN

La primera cosa que hay que decir es que el Socialismo del Siglo XXI no tiene una definición acabada. Cuando el presidente habló del tema por primera vez, invitó a todo el pueblo venezolano a participar en una discusión sobre la materia. Muchos hemos participado en foros y escrito materiales que permiten profundizar en el análisis. No obstante, se hace fundamental leer los discursos de Chávez, para comprender con mayor detalle hacia dónde se orienta este proceso, más aún cuando el Presidente ha recibido el espaldarazo de casi 63% de los votantes en las últimas elecciones.

EL SOCIALISMO NACIÓ EN LATINOAMÉRICA

Lamentablemente quienes hacen análisis simplistas de las cosas confunden siempre el concepto de socialismo con el concepto de marxismo, siendo que el socialismo marxista es tan sólo uno de los modelos de socialismo que se ha aplicado en el mundo, aunque ciertamente el más famoso.

Cuando Marx habló de su visión del socialismo, se remitía a un concepto mucho más lejano, surgido en los albores del siglo XVI de la mente de Tomás Moro (por cierto, él fue un santo, no un político), en su famosa obra "Utopía". Moro se sentía fascinado por las narraciones de Vespucio sobre el archipiélago brasileño de Fernando de oroña e imaginó en su obra una sociedad perfecta a la que calificó de socialista.

Por cierto, los primeros que aplicaron este modelo ideado por Moro, no fueron los soviéticos, sino los jesuitas, en sus Reducciones del Paraguay. Estos datos son interesantes, porque no es casualidad que el concepto de socialismo surja por lo visto en unas islas brasileñas y que luego se aplicara en Paraguay. En otras palabras, los primeros socialistas no fueron los europeos, sino los latinoamericanos

EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI NO ES MARXISTA

No sé cuántas veces tendrá Chávez que repetir lo mismo. Lo está diciendo desde el año 2003. Lo ha dicho claramente en varias alocuciones, discursos y programas de televisión "este no es un proyecto marxista, yo tengo muchos amigos marxistas, pero este no es un proyecto marxista" (Aló Presidente, 2-10-2005). Pero incluso, se lo ha declarado a los periodistas en entrevistas y ruedas de prensa. "Yo no soy comunista, no tendría ningún empacho en decirlo. Si yo tuviera un proyecto marxista para Venezuela lo hubiese dicho desde el primer día en que salí a la palestra política. Así que no soy marxista, tengo aproximaciones al pensamiento socialista y progresista, pero no soy marxista" (Entrevista hecha por Lucía Newman, corresponsal de CNN, 18 de Agosto de 2004).

Por si acaso, lo volvió a repetir en la rueda de prensa ofrecida en Miraflores, el día que lo acreditaron como Presidente Electo. Pero claro, esto no es publicitado por los medios de comunicación, porque muchos de ellos funcionan como agencias de campaña sucia del antichavismo, y necesitan producir temor en la gente, por tanto, cualquier cosa que pueda disminuir o disipar ese miedo es censurada o simplemente obviada.

SOCIALISMO BOLIVARIANO

Teniendo claro que socialismo no es sinónimo de marxismo y que además Chávez ha aclarado hasta la obstinación que él no es marxista ni tiene un proyecto marxista para Venezuela, vale recordar que la primera vez que el Presidente calificó a la revolución venezolana como socialista (25-2-2005), estaba dando un discurso extraordinario (por cierto, de los mejores que le he escuchado en mi vida) en el cual, documentos en mano, desentrañaba en su condición de profesor de historia de Venezuela, el pensamiento del Libertador en temas sociales.

Chávez tomó los decretos de Simón Bolívar después de la independencia sobre educación, propiedad de la tierra, salud y uso de los bienes comunes, y leyéndolos desentrañaba lo que el Padre de la Patria nos heredó como proyecto de nación. Ciertamente, tal y como concluyó Chávez en ese discurso, Bolívar era un socialista.

Por tanto, para definir el Socialismo del Siglo XXI no hay que buscar en el pensamiento europeo, sino en el latinoamericano y, más específicamente, en el bolivariano.

SOCIALISMO CRISTIANO

Desde hace ya algunos años se ha venido produciendo un proceso de conversión personal en el corazón de Hugo Chávez. Ahora se define a sí mismo como profundamente cristiano y habla de Jesús como su Salvador y lo invoca como "Comandante en Jefe de esta revolución".

En este sentido, ha planteado que el Socialismo del Siglo XXI tiene que tener inspiración cristiana.

Vale decir que este no es un invento de él. El socialismo cristiano es una corriente política que ha tenido gran importancia en el mundo y particularmente en América Latina, más allá de que algunas organizaciones políticas que se han definido a sí mismas de esta manera, no le hayan hecho ningún honor a las ideas de Jesús.

Es importante aclarar que, cuando decimos que el Socialismo del Siglo XXI tiene inspiración cristiana, no decimos que tenga que ser confesional, sino que se basa en el pensamiento social que se lee en los Evangelios y en el Nuevo Testamento en su conjunto. Es el socialismo que practicaban las primeras comunidades cristianas, después de Pentecostés.

OBVIAMENTE, DEL SIGLO XXI

En esta definición no puede faltar el hecho de que el Socialismo del Siglo XXI mira hacia el futuro. En otras palabras, no está anclado a los modelos socialistas que rigieron una buena parte del mundo en el pasado.

Tampoco es un socialismo surgido o enmarcado dentro de la Guerra Fría de mediados del siglo XX. Es un socialismo nuevo, que está inspirado en los valores que el mundo acepta como justos en este nuevo siglo: la democracia, el respeto por los derechos humanos, entiéndase no sólo los civiles y políticos, sino también los económicos, sociales y culturales.

"EN EL CAPITALISMO NO PUEDE HABER DEMOCRACIA"

Esta es una frase dicha por Chávez en su última rueda de prensa. Y está claro: si la democracia es el poder del pueblo y para el pueblo, no tiene sentido en un sistema donde el interés individual está por encima del colectivo, y en dónde el capital es más importante que la persona.

El socialismo no es otra cosa que poner el interés colectivo prioritariamente por encima del interés individual. Sólo así se puede vivir en democracia. Si un individuo y su dinero, están por encima de una comunidad, eso jamás será una democracia. Será una dictadura, o peor, una plutocracia. Como la que existe en los Estados Unidos, con sus 45 millones de pobres.

POR ESTE PROYECTO VOTÓ EL PUEBLO VENEZOLANO

Desde los inicios de la democracia no se había producido un respaldo electoral tan grande a un presidente como el que ha recibido Chávez en esta oportunidad. Creo que esto deja clarita cualquier duda. Venezuela quiere socialismo, y además quiere que sea del siglo XXI.
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La izquierda en América Latina

Por Niko Schvarz (*) Con el nuevo milenio ha amanecido una nueva América Latina, cuyo rasgo distintivo es que la izquierda alcanzó el gobierno en una serie de países.
La perspectiva es que hasta fin de año esta realidad se afiance aún más con las elecciones pendientes en naciones de América del Sur y de Centroamérica. Sin embargo, políticos y sociólogos dotados de un empecinado sentido eurocentrista niegan esta perspectiva. El debate sobre el punto desborda los límites del continente.

Quiero enhebrar esta reflexión con la de José Luis Piccardo, quien en reciente edición partía de conceptos de Samir Amin sobre la transición de la sociedad capitalista a una formación económico-social que supere sus lacras. Precisamente Samir Amin es autor de un libro fundamental, poco conocido en estas latitudes (tengo la primera versión al español, del año 1989 por Siglo XXI) que se titula ''El eurocentrismo, crítica de una ideología'', que se propone ''fortalecer la dimensión universalista en el materialismo histórico'' para lo cual desarrolla, como lo dice a texto expreso, una visión no eurocentrista tanto de la historia (capítulo 3) como del mundo contemporáneo (capítulo 4 y final).

En reciente publicación en una revista de sesgo socialdemócrata el sociólogo Alain Touraine, director de la Escuela de Altos Estudios de París, se interroga desde el título si existe una izquierda en América Latina y responde crudamente por la negativa. ''Los acontecimientos políticos que han tenido lugar en varios países del continente -escribe- no alientan de ningún modo la idea de un movimiento general hacia la izquierda. Nuevamente se impone la conclusión a la que he llegado, que es la opuesta''. Señala luego que el resultado de muchas elecciones en el continente ha llevado a la mayoría de los observadores a hablar de victorias de la izquierda, pero M. Touraine proclama desde su alto magisterio que están todos equivocados. A pesar de lo que venido aconteciendo en Brasil y Venezuela, en Uruguay y Bolivia, en Argentina y Chile. Y lo que probablemente ocurra en el segundo turno brasileño y en el ecuatoriano con Rafael Correa, en Nicaragua con Daniel Ortega y con la segura reelección de Chávez en Venezuela.

Los ejemplos que Touraine puede alegar a favor de su tesis son Colombia y Perú. En Colombia triunfó la derecha dura con Uribe, pero se ha conformado la unión de las fuerzas de izquierda en el Polo Democrático Alternativo con grandes perspectivas para la próxima elección con Carlos Gaviria como candidato, a la vez que tiene en sus manos el gobierno de Bogotá con Lucho Garzón. Allí nació un nuevo bipartidismo. En Perú salió de la troya la fujimorista Lourdes Flores y Ollanta Humala fue derrotado en el balotaje por Alan García, que en reciente entrevista con Bush mostró su subordinación total a la política del imperio del norte (lo que va de ayer a hoy). En México se impuso Felipe Calderón por el fraude pero se ha creado la unión total de la izquierda con el PRD de Andrés Manuel López Obrador, aliado al PT, con grandes posibilidades de futuro mientras el PRI, dueño de la vida política del país durante setenta años, está deshecho. Las movilizaciones de millones de ciudadanos en la lucha contra el fraude dotaron de una nueva dimensión a la democracia. En El Salvador, el único país latinoamericano con tropas en Irak, volvió a ganar la derechista Arena, y el FMLN gobierna por cuarta vez consecutiva San Salvador y las municipalidades más pobladas.

Pero podemos seguir sumando victorias de la izquierda o de la centro-izquierda o de las fuerzas populares y progresistas. En Haití se impuso la mejor opción, democrática y popular, encabezada por René Preval, al tiempo que la Minustah (comandada por Brasil y que integra Uruguay) desempeñó y sigue desempeñando un gran papel en la pacificación y la seguridad en la isla. En Costa Rica desapareció el partido socialcristiano PUSC que ganó las dos últimas elecciones y accede nuevamente a la presidencia Oscar Arias, del PLN, el viejo partido de Figueres. En la República Dominicana vuelve al gobierno con Leonel Fernández el partido de Juan Bosch.

Touraine llega al extremo de controvertir el éxito de las políticas sociales del gobierno brasileño -cosa a la que ni Alckmin se ha atrevido- y habla del ''fracaso de Lula''. Así no más. Hoy nadie discute que las políticas sociales del gobierno han sacado de la pobreza extrema a decenas de millones de brasileños, atacando de lleno el problema de la tremenda desigualdad social. Han llevado al mundo, en una cruzada de largo aliento, la lucha contra el hambre. Se alcanzaron resultados altamente positivos y se afianzó la democracia. Baste con decir que los ejemplos de democracia participativa puestos en práctica inicialmente por Brasil en los primeros gobiernos locales de izquierda, luego extendidas a otras regiones y países del continente, se estudian hoy y se aplican en muchos gobiernos locales, en comunas de Francia incluidas. Y que significan-valga el ejemplo de Porto Alegre- no solamente la participación de las organizaciones sociales y populares en la fijación de las prioridades y de los objetivos comunes, sino de la propia población, de los vecindarios, dando así la imagen de un pueblo que toma sus destino en manos propias. Cuando Touraine se pregunta ''para quién gobernará Lula durante su probable segunda presidencia'', la respuesta es muy sencilla: en primer lugar, para los sectores hasta ahora postergados, y esto se refiere tanto a los programas sociales como a la alimentación, las fuentes de trabajo digno (que también crecieron en cifras sin parangón) y en el acceso a la educación.
Claro está, no se puede resolver en cuatro años la desigualdad que se incubó durante cuatro siglos o más. Pero se está acumulando una valiosa experiencia, tanto en la labor del gobierno como en el seno del pueblo mediante su activa participación, poniendo el pie en senderos prácticamente inexplorados y enfrentando desafíos inéditos, para los cuales no hay soluciones prefabricadas. Esto sin hablar de las herencias malditas. En ese camino se va estableciendo una relación -contradictoria, basada en la independencia recíproca y con diferencias sensibles en los diversos países- entre los gobiernos de izquierda y los movimientos sindicales y sociales para avanzar hacia objetivos que son comunes en su esencia. Y esto también tiene mucho que ver con la consolidación de la democracia.

Por otra parte, sería bueno saber qué se nos ofrece como alternativa. Aquí la sorpresa llega al colmo. Porque el modelo de democracia que se nos presenta es ...el de Gran Bretaña, EEUU y Francia. Y si no lo cree, aquí está la cita: ''El continente parece incapaz de lograr lo que Gran Bretaña y otros países, incluyendo a EEUU y Francia, pudieron crear: algo que va más allá de la democracia política, pero que no la destruye e incluso la refuerza: una democracia social fundada en el reconocimiento por la ley o la negociación colectiva de los derechos de los trabajadores''. Está todo dicho.

No me olvido que Alain Touraine participó a principios de setiembre de 1996 en el recién creado Círculo de Montevideo, presidido por Julio María Sanguinetti, en un cenáculo sobre ''Los nuevos caminos de América Latina'', precisamente. Allí estuvo junto a su compatriota Michel Camdessus, a la sazón director- gerente del FMI (aunque no coincidieron en todas sus posiciones). El ex mandatario uruguayo es el mismo que acaba de sostener, en su artículo ''El desparramo latinoamericano'' publicado en El País de Madrid y que comentamos en estas páginas, que la ola de izquierda en América Latina no existe. Lo mismo que Touraine.

La referencia que éste hace a su país nos lleva a otra mención. La izquierda francesa sufrió la vergüenza inaudita de que, por su división, Le Pen fuera al segundo turno en lugar de Jospin y ellos tuvieran que votar a Chirac. (Y ahora, después que el PS se partió al medio por la Constitución europea, ¿irá sola Ségolène Royal, corriendo el riesgo de que se imponga Sarkozy?). En cambio, la vilipendiada izquierda latinoamericana en muchos casos ha sabido unirse. En formas muy diversas, con una gran plasticidad, agrupando tendencias variadas que a veces coexisten en el seno de un único partido, o en diversos partidos que se unen como es el caso del Frente Amplio uruguayo. No es el único, hay muchos otros ejemplos que adquirieron extrema visibilidad porque dichos partidos están hoy en el gobierno.

Esto ha aparejado un cambio radical en el panorama de los partidos en varios países del continente, un tema nuevo al que ni siquiera se asoma Touraine, así como le es ajeno el tema de la construcción de la unidad de la izquierda. Han surgido nuevos partidos de izquierda, en algunos casos de la matriz de la lucha contra las dictaduras que asolaron nuestros países en los 70 y 80. En algunos casos dichos partidos englobaron a las antiguas tendencias marxistas. El PT o el MAS boliviano son ejemplos de estos vigorosos partidos nuevos. De paso sea dicho, el acceso de Evo Morales a la presidencia, ganando en primera vuelta con 54% de los votos, es un hecho trascendente e indicador de cambios significativos en lo más profundo del tejido social de América Latina. Un logro no menor del movimiento múltiple que acompaña a Chávez es haber reducido al extremo el papel de AD y el Copei, los dos partidos que se repartían todos los cargos del poder desde el pacto del Punto Fijo fraguado a la salida de la dictadura de Pérez Jiménez. Del mismo modo, el Frente Amplio, que ya se había transformado en el primer partido del país, ganó la presidencia reuniendo más votos que la suma de los sufragios de los partidos Colorado y Nacional, de todos los demás partidos, de los votos observados, nulos y en blanco, relegando a un dígito al Partido Colorado, uno de los más viejos de América y que se consustanciaba con el gobierno en casi todos los 170 años de vida independiente del Uruguay. O sea que se produjo una profunda remodelación del cuadro político, une vague de fond dirían los franceses, de la cual están surgiendo formas de una democracia más vigorosa y participativa.

Aquí viene al caso citar otro ejemplo de eurocentrismo recalcitrante, el del británico Richard Gott, veterano periodista de The Guardian, quien muy suelto de cuerpo afirma que ''la izquierda en América Latina está totalmente en crisis, como en todas partes del mundo''. Si se refiere a su país, es bien posible, pero en América Latina sucede lo contrario. También niega Gott que haya ''una ola de izquierdismo en América Latina''. Es lo que repite Sanguinetti. En la misma línea se inscribe el venezolano Teodoro Petkoff, que termina una extensa trayectoria por varios terrenos políticos renegando de la izquierda y en una ciega oposición a Chávez. Al lado de los eurocentristas, éstos forman en el campo de los peores americanos.
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EL AVANCE DE LA IZQUIERDA EN EL MUNDO Y EL DE LA DERECHA EN

En política, las fuerzas liberales (izquierda) son aquellas que privilegian las acciones gubernamentales con una visión social mientras que las fuerzas conservadoras (derecha) son aquellas que privilegian la economía de mercado.

Las primeras tienen una tendencia a cambiar el orden social o macroeconómico establecido y las segundas tienden a mantenerlo.

En ese contexto, en octubre de 2002, hace más de dos años, el Instituto de Mercadotecnia y Opinión, IMO llevó a cabo una encuesta multinacional en los 8 países más fuertes del mundo económicamente hablando que en el orden son: 1 Estados Unidos, 2 Japón, 3 Alemania, 4 y 5 Francia y Gran Bretaña, 6 Italia, 7 Canadá y 8 España, para conocer por cual de las dos tendencias, liberal o conservadora, se inclinaban en ese momento o se inclinarían en el futuro inmediato así como, basados en sus experiencias nacionales, cuales eran las recomendaciones que hacían a Latinoamérica en general y a México en particular. Dicho estudio tuvo por titulo ¿Hacia dónde avanza el péndulo de la historia?

El resultado de las encuestas aplicadas por el IMO en esos 8 países arrojó que las sociedades europeas: Alemania, Francia, Gran Bretaña y España, así como Canadá en el norte del continente americano estaban dirigiendo su visión política hacia la izquierda, es decir, hacia cambiar el orden establecido hasta ese momento; les pedían a sus gobiernos más políticas sociales en contraposición a las políticas de mercado que estaban en auge desde principios de los años 90´s.

Por su parte Estados Unidos y Japón resultaron en el estudio, ser sociedades que seguían ambicionando llevar aún más al extremo las políticas de mercado, es decir, que el curso de la historia se conservase como hasta entonces, hacia la derecha.

Es menester decir que en octubre de 2002 casi ningún analista en México o en el mundo había mencionado la posibilidad de un cambio de curso en el futuro inmediato, mas bien, la opinión abrumadoramente mayoritaria en ese entonces era que el mundo no iba a regresar a la izquierda política.

Cuando el IMO publicó el resultado de su investigación multinacional en febrero de 2003 en conferencias de prensa en la ciudad de México y en Madrid simultáneamente, la prensa casi no dio crédito a semejante conclusión del estudio: que el mundo cambiaría en los próximos años su visión de la política económica.

Solo unos cuantos medios de comunicación difundieron los resultados de la investigación entre ellos la Radio Exterior de España cuya frecuencia llega a todo el mundo a través de la llamada "onda corta".

En la página Web del IMO cuya dirección es http://www.imocorp.com.mx puede apreciarse dicha difusión original en formato de audio, misma que se dio a través de una entrevista a los directivos del IMO acontecida el 11 de febrero de 2003 en la capital de España, así como los resultados completos del estudio, mismos que se han mantenido allí a disposición de quien desee consultarlos.

Hoy poco más de dos años después, el curso de los acontecimientos políticos y los resultados electorales en la mayoría de los procesos que se han dado lugar a lo largo y ancho del mundo, han confirmado la conclusión de este trabajo: como ejemplo está Brasil, España, Francia, Venezuela y más recientemente Uruguay.

En la mayoría de los países, en sus elecciones nacionales o locales, en sus referéndums o plebiscitos1 ha triunfado la izquierda política o la centro – izquierda y se anticipan acciones gubernamentales más tendientes a impulsar el desarrollo social como por ejemplo aumentando los recursos públicos para educación, salud, cultura, seguridad ciudadana, prestaciones sociales como las pensiones y reduciendo el gasto en las fuerzas armadas y la defensa.

En lo que se refiere a E.U. y Japón estas 2 sociedades se han estado debatiendo en estos 2 años entre seguir con su curso hacia la derecha o regresar como los otros países hacia la izquierda.

Por eso en sus respectivas elecciones de este año 2004 los resultados han sido tan cerrados entre las principales fuerzas electorales existentes.

En Japón en las elecciones de este año, la izquierda tuvo ya un importantísimo avance que no había tenido en mucho tiempo.

En Estados Unidos, el partido demócrata y su candidato presidencial Jonh Kerry, considerados como liberales, han empatado estadísticamente la elección con los republicanos y su candidato el presidente actual George Bush, considerados como conservadores, al llegar al casi 50% del voto popular.

Lo que queda claro en el caso norteamericano es que la mitad de la sociedad es liberal (demócrata) y la otra mitad es conservadora (republicana). No es casualidad que la mitad estadounidense liberal se encuentre según los resultados de la elección del 2 de noviembre en aquellos lugares de fuerte vocación inmigrante, mientras que la mitad conservadora se encuentre en aquellos estados con población dominantemente sajona. Los primeros quieren cambiar el orden establecido. Los segundos quieren mantenerlo.

Tampoco es casualidad que en el voto demócrata (o sea los que quieren cambiar) estén mayoritariamente los jóvenes, las mujeres, los hispanos y los negros, y que en el voto republicano (es decir los que quieren mantener las mismas condiciones), estén mayoritariamente los más adultos, los hombres y los blancos.




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Bolchevismo

Doctrina política basada en la interpretación y puesta en práctica del socialismo científico (comunismo) de Karl Marx por Lenin (Vladímir Ilich Uliánov). Estas teorías se perfilaron en el II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) celebrado en Londres en 1903. La divergencia de los puntos de vista de los delegados del Congreso cristalizó en dos fracciones; la más radical, encabezada por Lenin, abogaba por un partido fuertemente unificado dirigido por miembros revolucionarios, profesionales y activos, dispuestos a preparar el camino para establecer una sociedad comunista. En el otro lado sus oponentes proponían admitir a cualquiera que simpatizara en general con los objetivos del partido, sin tener en cuenta su participación activa. En este punto concreto el Congreso apoyó el segundo planteamiento, pero en otros asuntos y en la votación final para elegir al secretario del partido, el Congreso favoreció a Lenin. El sector dirigido por éste fue desde entonces denominado bolchevique (del ruso bolshevik, 'mayoritario') y la oposición, menchevique (del ruso menshevik, 'minoritario'). Los nombres subsistieron aunque los bolcheviques no fueran siempre el grupo dominante en el movimiento revolucionario ruso.



DIFERENCIAS ENTRE LAS FRACCIONES

Las diferencias básicas entre bolcheviques y mencheviques aparecieron con mayor claridad en los años siguientes, cuando lo que en un principio era un acuerdo sobre un programa de actuación política (la deposición del zarismo, la instauración de un gobierno constitucional y, al fin, la supresión del capitalismo y el establecimiento de una sociedad comunista), en la práctica terminó marcando con gran dureza las divergencias. Los bolcheviques apoyaban los objetivos inmediatos tan sólo en la medida en que conducían hacia la meta final: la revolución comunista. Sin embargo los mencheviques, creyendo que Rusia no estaba preparada aún para la revolución (de acuerdo con los postulados marxistas), insistieron en políticas reformistas, sobre todo en la implantación de un gobierno constitucional. Ninguna de las fracciones desempeñó un papel dominante en la revolución que siguió a la derrota de Rusia en la Guerra Ruso-japonesa (1905). Los soviets de los obreros (órganos legislativos) surgieron de manera espontánea y, al principio, Lenin no se percató de su importancia. Liev Trotski, que en su calidad de presidente del Soviet de San Petersburgo se constituyó en el dirigente más activo de la revolución, no era ni bolchevique ni menchevique, pero se mantuvo entre los dos sectores intentando unirlos. Cuando, como consecuencia de la revolución, se estableció en 1905 la Duma (Parlamento), los bolcheviques optaron por boicotearla sucesivamente, usándola como tribuna para la agitación, mientras que los mencheviques esperaban consolidar allí la fuerza del antizarismo.


LA ESCISIÓN EN DOS PARTIDOS

Como resultado de las crecientes diferencias, la escisión de las dos fracciones se produjo en 1912, compitiendo posteriormente, junto con otros, por el liderazgo de la revolución antizarista. Los bolcheviques usaron tanto tácticas legales como clandestinas para aplicar su programa y hacerse con afiliados (de acuerdo con los datos del propio Lenin, cerca de 45.000 en marzo de 1917 y 240.000 en julio de ese año). Los bolcheviques se opusieron a la I Guerra Mundial considerándola un conflicto imperialista en el que no deberían intervenir los socialistas; pero los mencheviques y los socialrevolucionarios, anteponiendo los intereses nacionales a los de la clase trabajadora, apoyaron y, finalmente, intentaron ponerse al frente del esfuerzo bélico ruso. Como consecuencia del fracaso militar y de la creciente muestra de la ineficacia del gobierno estalló la primera fase de la Revolución Rusa en marzo de 1917, que determinó la abdicación del zar y la implantación de un régimen parlamentario. El Gobierno Provisional, en el que había mencheviques, fue acusado por los bolcheviques de reticencia al desarrollo de la revolución que conducía al socialismo. Los bolcheviques acometieron esta tarea a través de la reinstauración de los soviets de obreros y de soldados, y conquistaron el poder en noviembre de 1917. En 1918, con el nuevo nombre de Partido Comunista Ruso (bolchevique), comenzaron su desarrollo como la organización política predominante primero y exclusiva después que hizo posible la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En 1925 el Partido volvió a cambiar de nombre, adoptando el de Partido Comunista de los Bolcheviques de la Unión, y finalmente pasaría a denominarse Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en 1952. La historia del bolchevismo tras la Revolución es inseparable de la del comunismo soviético.
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CLASES DE SOCILIASMO

Socialismo nacionalista según cuya doctrina la sociedad comunista, surgiría ineludiblemente como conclusión de la lucha económica de la burguesía y el proletariado, siendo el punto de llegada necesario del dinamismo histórico o de la justicia distributiva del trabajo como origen de todos los productos económicos. Fue su fundador Karl Rodbertus, y sus principios están contenidos en una de sus primeras obras: Para un conocimiento de nuestra condición económica, 1842.


Expresión equivalente a socialismo marxista o socialismo revolucionario. Marx y Engels calificaron de científico al sistema de ideas colectivistas que ellos presentaron para resolver los problemas de la sociedad, en oposición a todo el conjunto de ideas que fueron presentadas antes que ellos y que también trataban de resolver los problemas de la sociedad, pero desde esquemas forjados en la imaginación de sus autores y basados en la experiencia cercana a estos. A todas estas ideas sugeridas antes que ellos las llamaron en conjunto socialismo utópico, esto es, socialismo irrealizable. La línea divisoria entre el llamado socialismo utópico y el socialismo científico se fija en 1848, que fué el año en que apareció el Manifiesto del Partido Comunista, en Londres. Asignaron el calificativo de científico al socialismo sólo por ser algo realizable, practicable, y por estar basado en principios debidamente estudiados y presentados en forma sistemática. Marxismo.


Socialismo Corporativo.


Una variante del socialismo, con vigencia en Inglaterra, movimiento que apareció en 1906 y que postuló la defensa y restauración del sistema de gremios medievales, con adaptación a la modernidad. Consideran los socialistas corporativos que la sociedad crea el valor en forma colectiva, no individual, al mismo tiempo que criticaban al sistema capitalista por la forma individual de acrecentamiento de la riqueza. Propusieron organizar los sindicatos obreros en forma de corporaciones, quedando a su cargo las industrias una vez que se nacionalizara. Atacaron también al socialismo estatal. Prácticamente se suprimió la lucha de tos socialistas corporativos en Inglaterra, al ser disuelta en 1925 la Liga Nacional de Gremios; pero aún quedan doctrinarios partidarios de este sistema.


SOCIALISMO CRISTIANO.


Teoría que procura conferir a la, religión cristiana un tinte socialista, presentar el cristianismo como defensor de los Intereses de los trabajadores y como medio de liberación de todas las calamidades sociales. El socialismo cristiano surgió en las décadas de 1830 y 1840 como variedad del socialismo feudal, en el que se revelaba la hostilidad de las clases feudales en trance de desaparecer respecto al capitalismo. La misión del socialismo cristiano consiste en luchar contra el movimiento revolucionario, en reconciliar las clases enemigas. En nuestros días, el socialismo cristiano constituye una variedad de la ideología burguesa. La crítica que los socialistas cristianos hacen del capitalismo posee un carácter demagógico. Lo típico de dicho socialismo es la búsqueda de una "tercera línea", distinta del capitalismo y del comunismo; en realidad, su ideal la "democracia cristiana" no rebasa el marco de las relaciones sociales burguesas. El socialismo cristiano se halla estrechamente vinculado al reformismo y lleva a cabo una política escisionista en el movimiento obrero.


SOCIALISMO DE CÁTEDRA.


Denominación irónica aplicada a un grupo de profesores y políticos alemanes liberales representantes de la escuela ético – social de la segunda mitad del siglo XIX, los cuales "fundamentaron" teóricamente, por primera vez, la idea de la integración pacífica del capitalismo en el socialismo. Aplicando la teoría de la escuela histórica en economía – política, los partidarios del socialismo de cátedra consideraban que la economía política debía rebasar el marco del estudio de los fenómenos económicos en su sentido estricto y fundirse con las demás ciencias sociales. Con ello se relacionaba la posibilidad de que el Estado regulara las relaciones económicas. El socialismo de cátedra constituía una singular resonancia de la intensificación del movimiento obrero, expresaba la tendencia de la burguesía a detener el crecimiento de la conciencia del proletariado. Aplastada la Comuna de París, los socialistas de cátedra organizaron pronto, en 1872, la "Unión de la política social", que afirmaba la necesidad de reformas sociales y la intervención del Estado en las relaciones económicas. Figuraban entre los socialistas de cátedra Lorenz Stein, Adoph Wagner, Gustav von Schmoller, Lujo Brentano y Werner Sombart.

Socialismo de Estado.


Tendencia política que no tiene nada de común con el socialismo marxista o socialismo revolucionario. El socialismo de Estado tiene de colectivismo solamente los programas de beneficio social que pretende, pero como una concesión a las masas y no como derecho de éstas. El socialismo de Estado no busca la eliminación de la estructura estatal, sino antes bien a fortalece y mantiene la propiedad privada de los medios de producción. El Estado es la institución omnipotente y es el instrumento técnico social mas adecuado para la realización de las concesiones de la minoría dirigente Algunos adversarios de la politica que se sigue en la Unión Soviética acusan a su régimen de practicar el socialismo de Estado.

"SOCIALISMO DEMOCRÁTICO."


Ideología oficial del reformismo moderno, proclamada en el Congreso de Francfort (1951) de la Internacional Socialista "Objetivos y tareas del socialismo democrático" y contrapuesta a la Ideología del marxismo – leninismo, Las raíces teóricas del "socialismo democrático" arrancan del neokantismo, con su preconización del socialismo ético. Según esta ideología, el socialismo no constituye el producto de un desarrollo histórico – natural, sujeto a ley; es un ideal moral, accesible por igual a los representantes de todas las capas de la sociedad. Por consiguiente, el problema de la transformación socialista de la sociedad es, ante todo, un problema moral, un problema de reeducación y formación de los hombres en el espíritu del socialismo. Se rechaza la lucha de clases, la revolución socialista, la dictadura del proletariado. El socialismo surge tan sólo "democráticamente", es decir, como resultado de una suma de medidas sociales y, en particular, de tipo cultural y educativo, llevadas a cabo en el marco de la sociedad burguesa por gobiernos burgueses. El socialismo existe como "democracia", o sea, como unidad armónica de todas las capas y de todos los grupos sociales, incluidos los capitalistas. Por su sentido objetivo, el "socialismo democrático" tiende a perpetuar los soportes básicos de la sociedad burguesa.

SOCIALISMO ÉTICO.


Interpretación neokantiana del socialismo, realizada a partir de la ética de Kant. Loasteóricos kantianos burgueses y socialdemócratas (Cohen, Paul Natorp, Rudolf Stammler, Karl Vorländer y otros) al rechazar la filosofía del marxismo, el materialismo dialéctico, han intentado unir el socialismo científico con la filosofía moral kantiana, entendiendo por ética una ciencia cuyo fin estriba en eliminar las contradicciones de las relaciones sociales. A juicio suyo, es Kant, precisamente, el fundador de dicha ciencia. Afirman dichos teóricos que Kant formulé por primera vez la Idea básica del socialismo, la idea de solidaridad, en uno de los enunciados del Imperativo categórico (obra de tal modo que la humanidad tanto en tu propia persona como en la de cualquier otro Individuo sea considerada siempre como un fin, y nunca únicamente como un medio). La fundamentación de la teoría concerniente a la transformación socialista de la sociedad mediante la teoría kantiana, "por encima de las clases", de le moralidad, significaba, de hecho, convertir dicha doctrina en una concepción puramente moral. Se desechaban los problemas cardinales del marxismo (las clases y la lucha de clases, le revolución social, le dictadura del proletariado, etc.) y se situaban en primer plano las relaciones morales y la idea del perfeccionamiento moral paulatino de la humanidad. En la práctica, las tesis del socialismo ético se concretaron en la fórmula de Bernstein: "El movimiento lo es todo; el fin último no es nada", que presuponía renunciar a la lucha por el socialismo. Propagaron el socialismo ético, entre otros, Max Adler (Austria) y Mijaíl Tugán – Baranovski (Rusia). Los libros de Vorländer "Kant y el socialismo" (1900), "Kant y Marx" (1911), contienen una circunstanciada exposición del socialismo ético.

Socialismo Guildista.


Corriente de pensamiento originada en Inglaterra a principios del siglo XIX, cuya idea principal es que los sindicatos transformados en guildas, deben ejercer el control de la industria y deben eliminar el sistema de salarios, asumiendo los obreros, junto con el Estado y los municipios en su caso, la administración de las explotaciones, pero sin que esto signifique que sean ellos los propietarios de éstas que pertenecerán a la colectividad.


Socialismo Libertario.

Corriente anarquista colectivista cuyas ideas principales son las siguientes:
Persigue destruir toda autoridad coercitiva.
Exige la propiedad común.
Cree en la felicidad de toda comunidad, basada en la asociación voluntaria y en la ayuda mutua, desarrollada en alto grado.
Parte de que en el hombre hay una bondad natural, tergiversada a través de la historia.
Preconíza la transformación del orden actual mediante la revolución.
Sostiene que los obreros controlen directamente la industria y la agricultura, sin la intervención de ninguna institución con poder, como el Estado o cualquier otra.

La vida en sociedad debe estar regida por compromisos de cada uno con cada uno, establecidos espontáneamente, como un verdadero contrato social. Los principales impulsores de esta corriente fueron Miguel Bakuntn (1814-1876) y Pedro Kropotkin (1842-1921).


"SOCIALISMO VERDADERO".

Variedad del socialismo pequeñoburgués surgida en Alemania en la década del 1840 (Karl Grün, Moses Hess, Hermanri Kriege, Otto Lüning, Hermann Püttmann). Las concepciones filosóficas de los "socialistas verdaderos" se formaron sobre la base de la combinación ecléctica de las ideas de los socialistas utópicos franceses e ingleses y de los jóvenes hegelianos con la ética de Feuerbach. Los "socialistas verdaderos" consideraban el socialismo como una teoría por encima de las clases sociales, la declaraban realización de cierta esencia humana universal; negaban la lucha de clases y propugnaban la conciliación de las contradicciones sociales; preconizaban la renuncia a la actividad política, a la lucha en pro de las libertades democrático – burguesas, exhortaban al proletariado a no participar en las revoluciones políticas. Marx y Engels combatieron decididamente esta ideología y el influjo de la misma entre los obreros. En los trabajos "La Ideología alemana", "Circular contra Kriege", "El socialismo alemán en verso y en prosa", "Manifiesto del Partido Comunista" sometieron a crítica el "socialismo verdadero" poniendo en evidencia el papel reaccionario que desempeñaba en ese periodo, en que estaba madurando la revolución en Alemania. Bajo el influjo de Marx y Engels, varios "socialistas verdaderos" (Weydemeyer, Dronke y otros) rompieron con sus concepciones anteriores. En el periodo de la revolución de 1848 – 49, muchos representantes de esa corriente, después de desechar la fraseología seudosocialista, ingresaron en las filas de la democracia pequeñoburguesa. Algunas ideas del "socialismo verdadero" se utilizan en nuestros días con el propósito de falsificar el marxismo en el espíritu de la ética idealista.

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Venezuela, Capitalismo y Socialismo

La revolución bolivariana, entre otros principios plantea que lo económico se subordina a lo político, y pone a la política al servicio del soberano, del pueblo. Debido al profundo respeto que en Venezuela se tiene por la libertad, las transformaciones se han hecho en medio de las más amplias libertades democráticas. No ha sido casual que el gobierno se haya relegitimado varias veces, mostrando un profundo respeto por el pueblo y coherencia entre el discurso y la acción política.

En Venezuela, y bajo la revolución bolivariana, el nivel del gasto social no tiene precedentes. Mediante las misiones se reorienta el gasto y la inversión hacia la salud, la educación, el trabajo, la infraestructura y el desarrollo industrial, buscando generar una nueva cultura de pequeños empresarios integrados en redes cooperativas y no cooperativas bajo un concepto de desarrollo endógeno que satisfaga las necesidades de la comunidad y desde la comunidad hacia el país y hacia el mundo, eliminando paulatinamente la dependencia.

Hoy el mundo entero sigue de cerca el proceso venezolano, esperanzados en nuestro éxito, porque el nuestro es el éxito de la libertad, y la libertad plena, siendo un fin común para todos los pueblos, ha sido diferida por mucho tiempo.

¿Cual es la ideología Venezolana. En qué ideas hemos inspirado nuestras transformaciones? Nuestra constitución recoge la visión, principios y valores bolivarianos, nuestra historia de revoluciones libertadoras, la visión de nuestros indígenas, la de nuestros académicos, nuestros estudiantes, el pueblo, los empresarios y nuestros líderes comunitarios, entre otros sectores, todos ellos consultados y recogidos en la carta magna.

Francisco de Miranda, una vez escribió "…cuanto se haga prosperará, por el interés que les resulta de consolidar un gobierno de leyes que sea protector de la propiedad y libertad personal, base de toda felicidad civil, y que en la utilidad general de todos se encuentra precisamente reunida…" Bolívar se despojó de toda su riqueza personal para financiar sus actividades libertarias, mientras firmaba medidas administrativas para pagar con justeza servicios, bienes, expropiaciones, sueldos y demás derechos de propiedad de sus conciudadanos, sin pensar jamás en abolir esos derechos. Somos herederos de Miranda y Bolívar.

Mientras tanto, el mundo entero sufre la agonía del capitalismo y también del socialismo. En ambos sistemas, y en esto subyace su talón de Aquiles, lo económico está por encima de lo político y la política ha sido tergiversada en su concepción antigua de servicio al colectivo, convirtiéndola en un mecanismo para manejar a la gente, sin verdadero respeto a ideales, leyes y derechos.

El capitalismo que se desarrolló en los siglos XIX y XX estuvo muy influido por Adam Smith, el padre de la "mano invisible" y del "hombre económico". Según éste, se asume que el hombre actúa de forma egoísta buscando su propio interés, y que la sociedad funciona mejor cuando se permite a todos ir tras sus intereses egoístas en un mercado libre en el cual interviene, para armonizarlo, una mano invisible. La constitución de Estados Unidos se centra en el individuo, no en el pueblo, desarrollando al máximo el egoísmo. Para Estados Unidos la teoría del Sr. Smith calza como un guante.

La teoría capitalista, fundamentada en la superestructura ideológica del egoísmo, se impuso por encima del socialismo marxista y ya conocemos los resultados.

Hoy la mayoría de la humanidad sostiene con su trabajo y pobreza a una minoría rica y descansada. Para sostener el capitalismo tal como se implementó, se hizo necesario retroceder en la historia a la época de los imperios coloniales, los cuales invaden países militarmente para saquearlos y llevarse a casa el botín de guerra. ( Veamos Irak donde se desarrolla idéntico el fenómeno imperial de la colonia, con violaciones de mujeres, asesinatos de civiles y destrucción de ciudades a sangre y fuego)

Los países que más han desarrollado el capitalismo, se unen en un club de terror, para invadir países débiles y descuartizarlos, en una vorágine de sangre y lodo que apesta. Ni el hombre económico ni la mano invisible del mercado han podido evitarlo.

La teoría marxista, fundamentada en la superestructura ideológica de las relaciones de producción y la propiedad del estado, y como contrapeso al capitalismo, prometía alcanzar la utopía de repúblicas democráticas igualitarias y justas. Sin embargo, quienes implementaron el marxismo, cometieron errores graves. El mundo conoce los métodos y los resultados del marxismo que se implementó en Europa, Asia y Latinoamérica. Sabemos que este sistema tampoco logró la justicia, la igualdad y la libertad que prometieron. Para lograr justicia se aplicaron principios injustos, por "igualdad" se entendió que todos los hombres son iguales, no en cuanto a la paternidad de Dios, sino en cuanto a intereses, capacidades y desarrollo individual, igualándolos por la fuerza porque se resistían; uniformizándolos, adoctrinándolos, obligándolos a comer ciertos alimentos nada más, atemorizándolos, fanatizándolos…y en cuanto a la libertad, bueno, eso era para después de la transición socialista. Los países socialistas no fueron países libres ni sus pueblos soberanos.

¿Qué pasó con el Marxismo, por qué también se arruinó, por qué el socialismo real produjo un balance desafortunado, en medio de innegables logros? Mientras Smith desarrolló la errada noción del Hombre Económico ( El hombre movido fundamentalmente por intereses egoístas ) Marx desarrolló la también errada noción del hombre fabril ( El hombre hecho para producir ) y sustituyó, tal vez sin preverlo, la tiranía del capital por otra tiranía, la de las relaciones de producción, las fuerzas productivas y la inconveniencia de la propiedad privada.

Cuando los comunistas implementaron el marxismo, sustituyeron la tiranía del capital ( la tiranía del egoísmo humano ) por la tiranía del trabajo burocrático basado en las coordinación de las relaciones de producción, la propiedad colectiva forzada, y las fuerzas productivas integradas en una inmensa línea de producción en serie. Países convertidos en inmensas fábricas, donde seres humanos movidos por su deseo de producir, y nada más, lograban la supuesta utopía.

Las resistencias fueron eliminadas por fuerza y adoctrinamiento. Ingenuamente, creo, pretendieron crear un mundo justo sin considerar que estaba lleno de gente injusta, gente que en sus raíces éticas, morales, religiosas, psicológicas, sociales e históricas, todavía se comportaba de un modo tal que demostraban no estar aun listos para vivir en la utopía comunista tal como fue concebida.

Ambos, socialismo y capitalismo llegaron a la misma encrucijada por caminos diferentes. Los primeros aplicaron la fuerza desde el principio, los segundos lo hacen ahora, por las mismas razones, es lo mismo. Tal vez el daño del socialismo real sea menor a escala, que el producido a los seres humanos y al planeta por el capitalismo, pero ninguno de los dos sistemas es sustentable. Ambos sistemas están caducos y han tenido largos ensayos con resultados negativos. Ambos sistemas aplican además, supuestos equivocados e idénticos: que a la gente puede forzársele siempre e indefinidamente a obrar de un modo determinado. Pero la gente siempre, en medio de su creatividad y resistencia, termina evadiéndose, sustrayéndose de toda opresión.

Smith aparentemente no previó que la gente se corrompería acumulando capitales, enriqueciéndose y justificando el asesinato y el saqueo para sostener su endemoniado sistema capitalista. Marx probablemente no previó que el mundo se resistiría a la Utopía porque no estaba preparado aun para ella, y que sus seguidores más fervientes y honestos, sin quererlo tal vez, la intentarían por la fuerza creyendo que el enemigo era el sistema capitalista y no la resistencia de la gente misma.

Venezuela muestra el camino exhibiendo el más profundo respeto por la libertad, profundizándola
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Proceso, revolución y socialismo

Es necesario desarrollar tres conceptos básicos que permitan darle sustento teórico a nuestra práctica revolucionaria. Me refiero a proceso revolucionario, revolución y socialismo del siglo XXI. Son conceptos elaborados por las relaciones de datos y juicios que produce nuestro pensamiento, los cuales manifestamos con palabras una vez que han sido procesados e internalizados. Son fundamentales porque al clarificar su esencia, nos lleva a asumir la vía correcta para avanzar en la profundización del socialismo. Considero, por lo tanto, que debemos
detenernos a procesar su significado pues andamos en la escena política actuando sin saber qué y por qué se hace lo que se hace, concibiendo la revolución como un juego de libre y errado albedrío que nos lleva a cometer, consciente o inconscientemente, barbaridades, atropellos, ilícitos y prácticas clientelares antagónicas con la revolución.

Entendamos, pues, que el proceso revolucionario comprende fases y etapas sucesivas que se desarrollan en la estructura de la sociedad venezolana (base de la dimensión social donde se dan las relaciones que explican los fenómenos y hechos observables), las cuales en un tiempo determinado por las variables socio-políticas (identificadas como coyunturas) se alcanza la
meta de consolidar la revolución. Ahora, ligado estrechamente a este concepto, debemos complementarlo con el de revolución. Lo construimos de manera amplia para que abarque la dimensión social plena (realidad social) en la cual se cumplen los postulados revolucionarios. Considero entonces, que revolución es la acción consciente del pueblo organizado para dirigir la
República, con base en una concepción socialista del mundo y la vida, a fin de generar cambios de estructura de la sociedad a nivel de las relaciones de producción, sociales y de poder. Estos cambios de estructura permitirán crear una nueva cultura social y nuevos paradigmas de solidaridad y amor entre los seres humanos. Esto es lo que explica la denominada energía
morfo-genética, que es la que activa en el ser la disposición y voluntad para acceder a nuevos estadios de la civilización humana. Es la que nos va a identificar con el bien común del colectivo. Y éste se logra cuando se asume por convencimiento esa energía morfo-genética (fuerza integral de nuestro ser) que de manera simbiótica genera el raciocinio (intelecto) y los sentimientos (alma y corazón), para estar en capacidad de manifestar el amor por los demás y la buena voluntad en nuestras acciones. Esta energía es el motor que se convierte en palanca para luchar por los cambios de estructura. La energía morfo-genética nos conduce a internalizar sentimientos humanos de desprendimiento y entrega para satisfacer el bien colectivo. Eso es revolución. Cuando sepamos querer a los demás habremos entrado en la esencia revolucionaria. Estamos en la justa ruta del avance revolucionario cuando expresemos afecto y solidaridad por los ciudadanos, habitantes, pueblos de nuestro país y del mundo.

En esta dirección conceptual, nos faltaría para los efectos de este artículo de opinión, y concatenarlos con los dos conceptos anteriores, finalizar con las ideas procesadas hasta ahora de lo que es el socialismo del siglo XXI. Lo ubico como un sistema, ya que de manera armónica todos los elementos que lo componen tienen que mantenerse en equilibrio. Si falla uno de ellos, no se alcanza la meta. Es decir, deben operar integralmente en correspondencia y en interacción evitando las disfunciones ocasionales y cíclicas a que son propensos los sistemas. El Socialismo del Siglo XXI es un sistema político, económico y social de fundamentación humanista (espiritualidad), basado en tres elementos que lo componen: (i) el Bien Común (amor por el prójimo y buena voluntad), (ii) la producción social (riqueza y prosperidad colectiva en lugar de la acumulación y el beneficio que impera en la reforma) y, (iii) la participación directa (por ejemplo, los consejos comunales que es la expresión del ejercicio de la democracia directa del pueblo sin
intermediación), todo ello en relación a las decisiones que involucre al colectivo nacional en lo que respecta al destino y prosperidad de la Nación. Es pues la tesis de la revolución.

Con la síntesis de estos tres conceptos intentamos contribuir en la elevación de la conciencia del revolucionario. Más de éstos y muchos otros más lo estamos estudiando y difundiendo en los Centros de Formación Ideológica (CFI), a los cuales invitamos a su incorporación.
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¿Hacia dónde va Venezuela?


El gobierno venezolano ha abierto una nueva etapa de la revolución bolivariana al anticipar la nacionalización en sectores claves de la economía como la electricidad, las telecomunicaciones y las refinerías de crudo pesado. El pasado 8 de febrero avanzó en este sentido al anunciar un acuerdo para la compra de las acciones de la compañía estadounidense AES Corp, la accionista mayoritaria de Electricidad Caracas, la mayor empresa de electricidad de Venezuela. Sin duda la nacionalización de esos sectores básicos acentuará la presencia del Estado como regulador del proceso de acumulación en la economía venezolana y ayudará a plantear sobre una nueva la base la discusión en torno al socialismo, fijado como norte por el gobierno de Hugo Chávez. Sin embargo estas medidas, de indiscutible importancia estratégica, no exceden de por sí los marcos del régimen capitalista. Incluso el objetivo socialista ha sido anunciado sin que esté claro el programa revolucionario que guiará semejante giro de la historia.
sin duda la nacionalización de esos sectores básicos acentuará la presencia del Estado como regulador del proceso de acumulación en la economía venezolana y ayudará a plantear sobre una nueva la base la discusión en torno al socialismo, fijado como norte por el gobierno de Hugo Chávez

¿Cuál es el significado del Socialismo del Siglo XXI, la vía a través de la cual se iniciará la transición que dejará atrás la sociedad capitalista?

En noviembre de 2004 Chávez declaró, en presencia de dirigentes políticos, de organizaciones populares e integrantes del gabinete: "¿Es el comunismo alternativa? ¡No! No está planteado en este momento, aquí están los grandes rasgos de la Constitución Bolivariana del modelo económico social, la economía social, la economía humanitaria, la economía igualitaria. No estamos planteando eliminar la propiedad privada, el planteamiento comunista, no. Hasta allá no llegamos. No, nadie sabe lo que ocurrirá en el futuro, el mundo se va moviendo. Pero en este momento sería una locura, quienes se lo planteen no es que estén locos, no. No es el momento". Sin embargo, un mes y medio más tarde, en Porto Alegre, en el marco del Foro Social Mundial, señaló por primera vez la necesidad de avanzar hacia el Socialismo del Siglo XXI.

Heinz Dieterich, quien ha afirmado ser el autor del nuevo rótulo socialista, explica que son dos las decisiones que debería adoptar el gobierno venezolano para abrir el camino a esta forma de socialismo:

•reemplazar gradualmente el precio —principio regulador de la economía de mercado— por el valor, entendido como la cantidad de tiempo socialmente necesaria para elaborar un producto. De forma tal, el valor estaría destinado a ser el principio regulador de la economía socialista;
•asegurar la intervención de los ciudadanos y los trabajadores en la decisiones económicas tanto en el nivel nacional (por ejemplo, en la discusión de presupuesto), como en el nivel municipal y en la empresa. Se establecería de esta forma una contabilidad socialista en el Estado, en PdVSA-CVG y en las cooperativas, que se desenvolvería paralela a la contabilidad capitalista. Gradualmente la economía fundada en el valor, es decir en intercambios equivalentes, desplazaría a la economía de mercado, basada en el precio.[1]

antes que las dificultades en la esfera de circulación, la experiencia de las revoluciones en el siglo XX ha enseñado que durante todo un período histórico el socialismo se construye a través de una vía de transición, en la cual coexisten las formas de socialización de la producción con las normas de reparto burgués de los productos

El planteo excluye la estatización generalizada porque, según su autor, no resuelve el problema cibernético del mercado. En realidad, aunque pudiera resolverse técnicamente el problema de la planificación, ni el gobierno venezolano, ni posiblemente ningún otro, podría pasar al socialismo a partir de la estatización o de la socialización general de la economía. En lo fundamental esta imposibilidad no depende de las posibilidades de la cibernética. Antes que las dificultades en la esfera de circulación, la experiencia de las revoluciones en el siglo XX ha enseñado que durante todo un período histórico el socialismo se construye a través de una vía de transición, en la cual coexisten las formas de socialización de la producción con las normas de reparto burgués de los productos. Si el punto de partida no es el nivel más alto del desenvolvimiento productivo, de la técnica y de la productividad del trabajo alcanzado por el capitalismo, la imposibilidad de cubrir el conjunto de las necesidades de la sociedad hace inevitable que el cambio de productos y de servicios se realice a través del mercado, mediante el sistema de formación de precios sometido a las distorsiones propias de las "leyes" de la oferta y la demanda. Y aun en el punto más alto de la economía capitalista, el período de transición se impondría necesariamente, especialmente si se considera la construcción del socialismo como un proceso general en un mundo caracterizado por brutales desigualdades sociales.

El poder obrero y la transición

a diferencia de lo planteado hasta el momento en Venezuela, en las transiciones del siglo XX el punto de partida fue la nacionalización de la tierra, de los grandes medios de producción industriales, los transportes, la banca y el comercio exterior, luego de haber expropiado del poder político a la burguesía y a los terratenientes, y establecido un gobierno revolucionario apoyado por los obreros y las grandes masas campesinas

Sin embargo, a diferencia de lo planteado hasta el momento en Venezuela, en las transiciones del siglo XX el punto de partida fue la nacionalización de la tierra, de los grandes medios de producción industriales, los transportes, la banca y el comercio exterior, luego de haber expropiado del poder político a la burguesía y a los terratenientes, y establecido un gobierno revolucionario apoyado por los obreros y las grandes masas campesinas. En realidad, las revoluciones que estallaron en los países atrasados, en los eslabones más débiles de la cadena capitalista, no podían ir más lejos. Incluso en la primera de esas revoluciones el programa original de los bolcheviques no preveía en una etapa inicial la nacionalización de la industria, sino el control obrero de modo de capacitar a los trabajadores en la dirección de las empresas. En marzo de 1921, al poner fin el gobierno soviético al comunismo de guerra e iniciar la NEP (Nueva Política Económica), Lenin declaró que se había ido demasiado lejos en las nacionalizaciones en la industria y el comercio por el camino de cerrar la circulación local de mercancías. Y en noviembre de 1922 el jefe de la Revolución de Octubre, que consideraba al capitalismo de Estado como una posible línea de repliegue, afirmó que hubiera sido más apropiado implantar primero ese tipo de economía estatizada y después el socialismo. En la Rusia soviética en época de la NEP, el capitalismo de Estado era entendido como el monopolio de los cereales y el control sobre industriales, comerciantes y cooperativas burguesas, y constituía, junto a la economía campesina patriarcal, la pequeña producción mercantil, el capitalismo privado y el socialismo, una de las cinco formas de organización económica.

Para los revolucionarios rusos, el reaseguro ante la apertura al desenvolvimiento de relaciones de tipo capitalista era la presencia del Estado obrero y la nacionalización de las ramas claves de la economía, fundamento del fondo de acumulación originaria y de la planificación socialista.


en este caso el gradualismo, en presencia de una economía mixta, se encontrará con la contradicción planteada en su momento por Ernesto Mandel al estudiar el período de transición: si las nacionalizaciones no avanzan lo suficiente la economía seguirá siendo capitalista y no habrá planificación posible; si por el contrario avanzan lo necesario, la burguesía se retira y caen las inversiones

En Venezuela la situación es diferente. El área de acumulación de capital controlada por el Estado, aún considerando las nacionalizaciones anunciadas, es todavía insuficiente y la burguesía, a pesar de los sucesivos retrocesos y derrotas políticas, mantiene posiciones gravitantes en las ramas de la producción y la comercialización, en las finanzas y en los medios de difusión. Esta dualidad tiene un carácter necesariamente inestable, anticipo de futuras crisis si se profundiza el rumbo socialista. En este caso el gradualismo, en presencia de una economía mixta, se encontrará con la contradicción planteada en su momento por Ernesto Mandel al estudiar el período de transición: si las nacionalizaciones no avanzan lo suficiente la economía seguirá siendo capitalista y no habrá planificación posible; si por el contrario avanzan lo necesario, la burguesía se retira y caen las inversiones. En Venezuela ya ha ocurrido algo de esto. De acuerdo con cifras oficiales, en 2006 los fondos destinados a la compra de maquinaria y a la ampliación de la capacidad instalada sólo superaron en 3,8 % el valor del año 1998, señal de un marcado proceso de descapitalización. Coincidentemente, entre 1996 y 2005 la cantidad de empresas industriales se redujo en más del 50 %. Otra de las manifestaciones de este fenómeno ha sido la fuga de capitales, neutralizada, en parte, mediante el control de cambios.[2] En este cuadro se inserta el reciente desabastecimiento de productos alimenticios, consecuencia de la especulación de las grandes cadenas de comercialización, y la advertencia del gobierno sobre la decisión de nacionalizar supermercados y distribuidoras si continúan las maniobras.


la falsa opción que se presenta habitualmente en los desarrollos capitalistas (aumento de la inversión a costa del consumo o incremento del consumo resignando una mayor inversión) desde el punto de vista de la transición socialista no existe. Los recursos para conformar el fondo de acumulación originario está en el consumo parasitario e improductivo de las viejas clases dominantes, en las distintas formas de exacción de la usura financiera y de los monopolios comerciales, y en la apropiación de una parte importante del valor creado por los trabajadores por cuenta del capital extranjero

Esta resistencia de los capitalistas se traduce en una caída de la oferta local, simultánea con un fuerte aumento de las importaciones sostenidas por los elevados precios del petróleo, e impacta desfavorablemente en los niveles de productividad y en la evolución de la relación empleo/producto. En una economía atrasada y con un bajo nivel de integración, con balance de pagos y de las cuentas públicas dependientes de la exportación de un solo producto como es la venezolana (el 50 % de los ingresos fiscales provienen de las ventas externas del petróleo), la consolidación de la transición depende en alto grado de un salto en la tasa de inversión en las áreas estatal y social, paralelo a un incremento en los niveles de productividad del trabajo. Este último aspecto, a su vez, está directamente vinculado con una mejora en las condiciones de vida de las grandes masas obreras y populares, además de exigir una profunda democratización de la relación laboral y la gestión de las empresas. Por lo tanto, la falsa opción que se presenta habitualmente en los desarrollos capitalistas (aumento de la inversión a costa del consumo o incremento del consumo resignando una mayor inversión) desde el punto de vista de la transición socialista no existe. Los recursos para conformar el fondo de acumulación originario está en el consumo parasitario e improductivo de las viejas clases dominantes, en las distintas formas de exacción de la usura financiera y de los monopolios comerciales, y en la apropiación de una parte importante del valor creado por los trabajadores por cuenta del capital extranjero.

Sin embargo colocarse en este terreno es abrir un nuevo capítulo en la lucha de clases e internarse en una dialéctica de radicalización de las medidas revolucionarias. La experiencia de la revolución cubana, superando sucesivamente las fases democrática, agraria y antiimperialista a medida que aumentaba la resistencia de las viejas clases dominantes y del capital extranjero, y orientándose finalmente hacia el socialismo, es una demostración de la intensidad y profundidad de este proceso de transición. En Cuba la primera medida significativa de la revolución —la recuperación por parte del Estado de los bienes públicos, malversados por funcionarios de la dictadura— tuvo por respuesta las habituales quejas sobre la inseguridad jurídica, que se tradujo en una contracción del volumen de negocios en la segunda mitad de 1959. Igual rechazo suscitó la expropiación de los latifundios y la eliminación de los arrendamientos, medidas iniciales de la reforma agraria iniciada en mayo de ese año. A esa altura la hostilidad del gobierno norteamericano adquirió un carácter abierto (recorte de la cuota azucarera y restricción del crédito), de forma tal que los antagonismos adquirieron una nueva intensidad. En la primera mitad de 1960 el gobierno revolucionario expropió a las compañías estadounidenses en ramas claves como la electricidad, la telefonía y la industria azucarera, medida necesaria por lo demás para poder establecer el principio de planificación. Finalmente en octubre de ese año, respondiendo a las necesidades del plan económico y en presencia del sabotaje económico de la burguesía, la revolución dio un paso más y decidió la nacionalización de las grandes compañías nacionales y norteamericanas que aún no habían sido afectadas.

La revolución en Venezuela
El rumbo socialista que ha vuelto a señalar Chávez después de haber ganado ampliamente las elecciones presidenciales en diciembre pasado, se enfrentará inevitablemente a los mismos desafíos. La resistencia por una parte de las clases dominantes y del imperialismo y, por la otra, la necesidad de consolidar un fondo de acumulación originaria y de establecer las líneas generales de la planificación opuesta a la anarquía del mercado, pondrán a prueba la consistencia de la empresa socialista anunciada.


la resistencia por una parte de las clases dominantes y del imperialismo y, por la otra, la necesidad de consolidar un fondo de acumulación originaria y de establecer las líneas generales de la planificación opuesta a la anarquía del mercado, pondrán a prueba la consistencia de la empresa socialista anunciada

¿Está en condiciones el gobierno venezolano de emprender ese camino? Si es así, ¿cuáles son las fuerzas fundamentales de la revolución?

De acuerdo con una caracterización clásica del marxismo, la jefatura popular de Chávez representa una variante de régimen bonapartista. En este sentido su gobierno se asemeja al de Lázaro de Cárdenas en el México de la década del 30, o al de Juan Perón en Argentina de los años 40. Sostenido por el ala nacionalista de la fuerzas armadas y con fuerte respaldo entre los trabajadores y las capas más explotadas y desposeídas de la sociedad venezolana, en los ocho años de su gobierno ha llevado adelante tareas habituales de la revolución nacional en los países atrasados y dependientes: reforma agraria, nacionalización de recursos básicos, mejoramiento de las condiciones de vida de las grandes masas y democratización efectiva de la estructura institucional mediante la afirmación del principio de la soberanía popular, en oposición a la democracia formal.

En mayo de 2004 Chávez anunció que tras cinco años y tres meses la revolución había entrado en la fase antiimperialista y anticipó la expropiación de los latifundios improductivos. El pronunciamiento fue la culminación de un período de intensificación de la lucha de clases que se inició en abril de 2002 en ocasión del frustrado golpe de Estado, prosiguió a través de la huelga petrolera y lock out patronal de fines de ese año, y alcanzó nueva expresión con la victoria popular que coronó el referéndum revocatorio de agosto de 2004, en medio de un clima de guerra civil. Durante ese lapso la movilización de las grandes masas populares dio lugar a múltiples formas organizativas de base y a una radicalización de la conciencia colectiva. Cientos de miles de mujeres, hombres y jóvenes se lanzaron a la lucha en los círculos bolivarianos, las misiones sociales, las cooperativas, las asambleas barriales de Caracas, los medios alternativos, entre otras formas organizativas de base. En abril de 2003 se fundó la Unión Nacional de Trabajadores como resultado de un acuerdo entre las principales corrientes obreras que desbarataron el intento desestabilizador en PdVSA y el paro patronal. Actualmente la organización —con cerca de dos millones de afiliados y predominio de la izquierda radical— constituye el punto de apoyo más avanzado con que cuenta el gobierno de Chávez. Pero al mismo tiempo, en el transcurso del alza de masas que sucedió al frustrado golpe de Estado de abril de 2002, los campesinos crearon sus organizaciones militantes: la Coordinadora Agraria Nacional "Ezequiel Zamora" y el Frente Nacional Campesino con el mismo nombre.
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